La Piedad

Ustedes ya saben que yo con los oropeles me llevo mal.
Obviamente cuando tuve la oportunidad de visitar el Vaticano no me alcanzaban las patitas para escaparme corriendo. Tanto lujo,  tanta cosa adornada y rebuscada no era para mi.
Al entrar -no más de 10 metros- ni miré a mi costado derecho, pero por suerte al salir la ví...y me enamoré, me quedé mucho tiempo frente a ella, la carita de la Virgen me pudo...y ese Jesús muerto en brazos de su madre...ah!  me invadió una ternura infinita  mezclada con lo que debe sentir una madre en esa situación ... me hubiera gustado tanto acariciarlos... me imaginé que tocarlos sería muy suavecito, pero obviamente ya en esa época un gran cristal servía de barrera.
Cuando salí del Vaticano no quise comprar nada porque yo seguía enojada con tanto lujo y  no iba a darles ni una moneda más. -Jesús nació en un pesebre, a Él no le hubiera gustado todo éste aparatoso lugar- le decía a mi marido mientras caminaba rapidito huyendo de ahí.

Pero me quedaron las ganas de tener conmigo la imágen de La Piedad.
La semana pasada, mi marido viajó a Italia, entonces le pedí que me la trajera, chiquita y blanquita...pues no...me trajo una medalla que nada que ver con La Piedad.

Hoy fuimos a Luján, cosa que hacemos cada año más o menos, por suerte ésta vez a dar las gracias porque Ester y el marido de Paty ( la de siempre) ya fueron dados de alta, porque Charito nació bien y porque todos los niñitos que quiero tanto están sanitos.
Al salir de la Catedral entré en casi todas las santerías que hay por los alrededores...ninguna tiene la imágen de La Piedad, así que me volví con el alma en paz, pero sin mi estatuita blanca, no importa,  ya la conseguiré..