Cal y arena

Es un tiempo de malas y buenas noticias. Todo se me mezcla. Tengo una ensalada de sentimientos en mi corazón.
La muerte de Thiago con sus tres añitos, ver llorar desconsoladamente a Caro y a Dolo, su maestra de jardín, que abrazadas no podían separarse ni dejar de llorar, me dejó hecha percha.
La alegría del reencuentro con mis compañeras y la muerte del hijo de una...juntos el dolor y la alegría no combinan.
El entusiasmo por preparar un festejo diferente porque a fin  de mes mi marido cambia de década, por no decir que cumple setenta y enterarme una de mis tres grandes amigas sufre un ataque de presión que, solo porque Dios quiso sigue con nosotros ¡ qué susto tan grande nos llevamos!
Ayer a la noche , yo llamando a los amigos de la infancia de mi marido - los que quedan vivos - para invitarlos al festejo y me manda un mensajito Paty ( la de siempre ) y me dice que murió su suegra, la amorosa Chiquita, claro que ahora estaba un poco hincha pelotas pero siempre fue tan lady, tan señora.

Entiendo que una es grande como dice la Legrand y estamos en la fila de los que nos vamos yendo, por eso la muerte de los pares duele pero de un modo distinto, lo que me desmorona es la muerte de los hijos, la de los nenes y solo en el Arroyito este año ya perdimos a dos chiquitos...mucho dolor che!